miércoles, 11 de febrero de 2009

La Dama de las Camelias

Es una novela muy corta, apenas un folletín. La he devorado en dos noches. ¿Por qué una historia que no tiene nada de sorprendente sigue siendo hoy capaz de absorbernos de esta manera? Alexandre Dumas hijos adopta el papel de observador y narra su propio romance con Marie Duplessis a través de las lágrimas del personaje en el que se representa a sí mismo, Armand Duval. Fíjense en la coincidencia de las siglas, A.D.







Marguerite es una cortesana hecha a sí misma en cuestión de poco tiempo, ella misma reconoce que nació en una familia de campesinos y que seis años antes de conocer a Armand apenas sabía escribir su propio nombre. Y sin embargo, cuando Armand se enamora de ella, ya estaba enferma de la tuberculosis que, como siempre, acababa consumiendo a las "filles entretenues" como Marguerite.
Ella le acepta como amante el mismo día de conocerlo, impulsada por no se sabe qué sensación extraña, que le decía que Armand no era un hombre corriente, que la había amado incluso después de haberla visto vomitar sangre en uno de esos accesos de tos que se esforzaba por esconder de quienes la rodeaban. El conocimiento de su enfermedad significaba para ella la ruina, sus amantes dejarían de regalarle joyas y bombones y de sufragar los gastos que le permitían llevar aquél tren de vida, de soirée en soirée sin descanso.
Alquilan una casa en el campo y Armand y Marguerite se retiran a vivir allí, donde no estén en boca de todos, y sobretodo donde no les atraviesen las miradas de reproche del duque, el anciano protector de Marguerite. Durante unos meses disfrutan de una felicidad prestada, con fecha de caducidad. El padre de Armand se presenta de improviso y provoca la ruptura. Armand se resiste e incluso llega a creer que ha convencido a su padre de que no piensa cambiar de forma de vida, pero lo que no sabe es que éste se ha entrevistado con Marguerite y, aunque impresionado en lo más profundo por su candidez y su belleza a pesar de la enfermedad, tiene muy claro su objetivo: ella debe hacer el sacrificio supremo para no manchar el buen nombre de la familia de Armand. Y lo hace. Vuelve a su vida anterior y su salud se deteriora más que nunca. Al mismo tiempo, el malentendido imperante en este género de novelas lleva a Armand, creyendo de veras que ella le ha abandonado de motu propio, a tomar otra amante con el propósito de hacerla sufrir, cuando en realidad se estaba haciendo daño a sí mismo.



Voy a detenerme aquí. El final de la historia es conocido de todos, así que no tengo por qué ponerlo por escrito. Es también cultura general que Verdi se inspiró en esta obra para su magnífica ópera La Traviata.
En definitiva, lo que pretendía expresar, que como siempre, me voy por las ramas, es cómo estas historias, que se podrían resumir en dos líneas, y de las que hay múltiples variantes, todavía hoy nos siguen conmocionando hasta el punto de volverse universales. Desde un punto de vista objetivo, todos tienen lo que se merecen: Armand, por desoír los consejos de su padre y no dedicarse a la carrera de leyes, en vez de frecuentar el mundo de la Ópera Comique y las Variétés; Marguerite, tísica por culpa de su vida disoluta y casquivana. Y sin embargo, perdonamos a Armand, que entrega a Marguerite su corazón entero sin ambages, totalmente cegado de amor por ella, y somos condescendientes con Marguerite, porque por una vez no representa un papel, sino que se permite experimentar sentimientos peligrosamente verdaderos. A pesar de la honestidad de uno y la redención de la otra, la sociedad no acepta desafíos de ese tipo, y menos la alta burguesía que representa el padre de Armand. Se puede tener una amante, puede ser un secreto a voces, pero vivir en abierto concubinato con ella se sale de las reglas del juego.

Moulin Rouge, Papá Goriot...ejemplos de variantes de una misma historia de fondo. Una historia universal porque, al fin y al cabo, las miserias humanas no cambian con el paso del tiempo.

1 comentario:

Maria Luisa dijo...

Te has parado a pensar en esta similitud?: la dama de las Camelias, Marguerite, una cortesana, y... Coco Chanel que tambien en sus inicios ejerció la prostitución y cuando ya fue una afamada modista tomó la camelia como flor emblemática de su firma?
Esta obra de Dumas es universal sí, y aunque parezca frívolo prefiero deleitarme una y mil veces con las creaciones de Chanel... c´est la vie.