domingo, 15 de febrero de 2009

Fin

Llegó la hora de la despedida. Esta será mi última entrada. Mañana devolveré la llave a Annick, y tomaré con mi hermano el taxi para el aeropuerto. Vuelvo más cargada de lo que vine, no a causa de los apuntes, precisamente, si no de la tonelada de libros que me he comprado. Paris es así, es difícil resistirse a sus librerías, ya lleven la etiqueta amarilla o la negra, o ninguna.

Quisiera evitar escribir una última entrada demasiado sentimental, así que no me dejaré llevar por las ideas que me vienen a la mente ahora mismo.

Ha sido genial, el lugar perfecto en el momento justo.
Sentirme como en casa en este barrio del Louvre, en esta antigua Lutecia... pasear por sus boulevards sin la presión de tener apenas tiempo para visitar los monumentos más emblemáticos, pues formaban parte de mi recorrido diario...

He vivido la ciudad, y esto es, sin duda, lo mejor que puedo decir.
La aventura de Paris ha terminado. No sé dónde estaré el año próximo, y todavía tardaré meses en saberlo. Pero no me importa, la vida no sería tan interesante sin una pequeña dosis de sorpresa, de incertidumbre. Como el Sena, girando hacia el Sur en la Isla de los Cisnes; para saber dónde va a parar, sólo hay que continuar hacia adelante, siguiendo la línea de la orilla.




A BIEN TÔT!

sábado, 14 de febrero de 2009

Última visita al Louvre

El viernes no falté a mi cita semanal en el museo del Louvre, esta vez acompañada de Frikináutico. Visitamos la galería de las pinturas francesas del s. XIX - David, Géricault, Delacroix, Ingres, Regnault, Prud'hon....- y de las pinturas españolas del s. XVII - Velázquez, Ribera, el Grecco...-. Y me despedí del Louvre, de la escalera desde la que la Victoria de Samotracia te sorprende con las alas extendidas, de la Pirámide resplandeciente en la noche....hasta más ver.








jueves, 12 de febrero de 2009

El Centro Pompidou

Otra de mis visitas pendientes era al Centro Georges Pompidou. No he visto edificio más espantoso que este. Sin embargo, tiene una biblioteca pública muy completa. La semana pasada decidí subir el Boulevard de Sebastópol y entrar a verla. En plena época de exámenes, era de esperar que las salas de estudio estuvieran a rebosar. Aún así, escogí dos libros de mitología germánica (ya escucho vuestros comentarios de "¡friki!") y encontré un sitio para sentarme a echarles un vistazo, y disfrutar de un rato de tranquilidad y silencio. Fue precisamente después de la conferencia sobre Galdós en La Sorbona, de ahí que expresamente me dirigiera a la estantería de literatura española, y qué grata sorpresa cuando descubrí en un de las baldas los Episodios Nacionales. Otra cosa es, claro está, que alguien los lea...



Le château de Vincennes

Tenía un castillo "al lado" de Paris y no lo sabía. Menos mal que me dí cuenta a tiempo, a mí que me encanta visitar castillos medievales. Gabi se animó a venir conmigo. El château de Vincennes está en la última parada de metro de la línea 1, que se coge precisamente delante de mi casa, en el Palais Royal. Por eso no lo dudé dos veces. Es una fortaleza de dimensiones bastante considerables, rodeada por un profundo foso. Se construyó precisamente al lado de los bosques de Vincennes donde los reyes solían ir de caza.
Lamentablemente, sólo se puede visitar el torreón ( le donjon como se dice en francés) y la Sainte Chapelle. Esta última estaba cerrada por obras así que nuestro espacio de visita se redujo considerablemente. Aún así, la disfrutamos. Estas son algunas de las fotos.















Este castillo fui utilizado como biblioteca y lugar de estudio y meditación de Charles V, pero también sirvió a menudo como prisión. Aquí estuvieron encerrados Henri de Navarra, el Marqués de Sade, Diderot y Mirabeau entre otros. En él tuvo lugar la ejecución de Mata Hari. Más recientemente se destinó a la fábrica de armas para las Fuerzas Armadas.
Definitivamente, no podía irme de Paris sin haber visto algún castillo....





Quand je ne serai plus qu'une cendre glacée....

Dado que el título de mi blog está inspirado en Victor Hugo, no podía marcharme de París sin haber visitado el Hôtel de Rohan. Así que eso mismo hice ayer por la tarde.



Victor Hugo eligió un lugar muy acogedor como primer hogar para instalarse con su familia. La Place des Vosges, en Le Marais, es una plaza apartada del ajetreo de la "rive droite" y a la vez lo suficiente céntrica como para situarse en plena rue de Rivoli en cinco minutos. Se accede a ella a través de unas arcadas que forman un espacio cuadricular parecido a la Plaza Mayor de Madrid (salvando las distancias, por supuesto). Restaurantes y galerías de arte en la rez de chausée y en el centro del parque, una estatua ecuestre de Luis XIII.














En el número 6, el portal de la casa que habitó Victor Hugo de 1832 a 1838, recién casado con Adèle, a la que adoraba y sin embargo a la que nunca fue capaz de serle fiel. Dicen que tampoco ella lo fue.



La exposición actual está centrada en Los Miserables. Manuscritos, borradores de algunos de los capítulos, monografías, esculturas y ediciones originales de su obra se pueden encontrar en las dos primeras plantas del Hôtel de Rohan. La tercera está ocupada por la biblioteca destinada a consultas y estudios de investigadores.


Este imagen de Cosette es la más conocida de todas las que se han hecho. En cada habitación había por lo menos dos pantallas de televisión proyectando las diferentes versiones de Los Miserablese, en blanco y negro y en color. Gerard Depardieu en el papel de Jean Valjean (no hay papel francés -histórico o novelesco- que no haya encarnado este actor, desde Obélix, hasta Honoré de Balzac, pasando por Cyrano de Bergerac, Edmond Dantés y Vidocq, y que conste que me gusta mucho Depardieu, él y su inseparable Christian Clavier).




En la segunda planta se recrean el dormitorio y el salón de la casa de Victor Hugo cuando volvió del exilio en Guernesey.










El salón rojo, con un cuadro de Adèle al fondo.




El comedor y el salón chino de la casa de su amante favorita, la actriz Juliette Drouet, tan dulce como carente de talento, según la biografía de André Maurois.



Termino esta entrada con el poema que le escribió Juliette a Victor Hugo a la muerte de éste. Siempre me ha gustado, es muy sencillo.



Quand je ne serai plus qu´une cendre glaceé
Quand mes yeux fatigués seront fermés au jour
Dis-toi, si dans ton coeur ma mémorie est fixée
Le monde a sa pensée
Moi, j´avais son amour!




Traducción:

Cuando ya no sea más que una ceniza gélida
Cuando mis fatigados ojos se hayan cerrado a la luz
Pregúntate a ti mismo, si en tu corazón está grabado mi recuerdo.
El mundo tiene su pensamiento
¡Yo tuve su amor!

















miércoles, 11 de febrero de 2009

Despedidas

Hace unas semanas que han comenzado las despedidas. Mareike se ha ido de vacaciones a Perú (¡qué envidia! sana, por supuesto), Agnes a Budapest, Agniezska y Magdalena a Polonia, hoy me he despedido de Christine, la nueva collocataire de Mareike; nuestros compañeros de clase, Clément, Nathalie, Anne Rossion y Anne Deschamps, Laetitia, Carlos el mejicano, Juan Diego el colombiano.. con los que al final llegamos a congeniar y a reunirnos en el Café Le Basile, se han tomado también unas merecidas vacaciones después de los exámenes.
Alejandro y Paola se quedan hasta finales de mes, pero yo me marcho el próximo lunes. Ahora que miro hacia atrás y recuerdo aquéllas primeras semanas de octubre, en las que estábamos tan ocupados "montando" la casa, durmiendo sin sábanas las primeras noches, hasta que pudimos ir a comprarlas al Auchan de La Défense, todavía algo perdidos en Sciences Po, y con esa sensación de aislamiento del resto de Erasmus hasta que por fin entramos en contacto con ellos....nuestra sorpresa inicial al ver que nuestros compañeros de clase franceses eran más sosos que un día sin pan, sus apellidos impronunciables como el de Pffiteau, al que acabamos llamando Pitufo, y su inseparable Eustache, tan pequeñito y aniñado que lo acabamos apodando "El Pitufito", los tres magníficos: Vincent y sus payasadas, el rubio de gafitas y la rubia hiperactiva... y nuestros profesores, de los que ya os he hablado bastante.
La necesidad de mirar varias veces al día el correo electrónico de la Universidad, saturado de Newsletters, porque si no, no te enterabas de los cambios de clase y de los "ratrapages". La biblioteca siempre hasta los topes y los teclados gabachos de la sala de informática con todas las teclas descolodas.
El club de debate y sus polémicas semanales, como la de : "¿Hacía falta guillotinar a Luis XVI?". En fin, como diría Obélix, "ils sont fous....".
No obstante, ¡qué bien lo hemos pasado! A pesar de que tengo ganas de volver a Madrid, por razones evidentes (y otras no tanto), no dejo de sentir pena. Cada trámite que hago - la cancelación del contrato de internet o la visita al coordinador de Erasmus de Sciences Po para que me firme el "visado" de salida- me acercan más al final. La última vez que pise el 27 de la rue Saint Guillaume será para imprimir el billete de avión (que conste que no es abusar de los medios de la universidad, que todavía tengo crédito en las impresoras).
Aún me quedan cuatro días. Por lo menos otras tantas entradas en el blog.

La Dama de las Camelias

Es una novela muy corta, apenas un folletín. La he devorado en dos noches. ¿Por qué una historia que no tiene nada de sorprendente sigue siendo hoy capaz de absorbernos de esta manera? Alexandre Dumas hijos adopta el papel de observador y narra su propio romance con Marie Duplessis a través de las lágrimas del personaje en el que se representa a sí mismo, Armand Duval. Fíjense en la coincidencia de las siglas, A.D.







Marguerite es una cortesana hecha a sí misma en cuestión de poco tiempo, ella misma reconoce que nació en una familia de campesinos y que seis años antes de conocer a Armand apenas sabía escribir su propio nombre. Y sin embargo, cuando Armand se enamora de ella, ya estaba enferma de la tuberculosis que, como siempre, acababa consumiendo a las "filles entretenues" como Marguerite.
Ella le acepta como amante el mismo día de conocerlo, impulsada por no se sabe qué sensación extraña, que le decía que Armand no era un hombre corriente, que la había amado incluso después de haberla visto vomitar sangre en uno de esos accesos de tos que se esforzaba por esconder de quienes la rodeaban. El conocimiento de su enfermedad significaba para ella la ruina, sus amantes dejarían de regalarle joyas y bombones y de sufragar los gastos que le permitían llevar aquél tren de vida, de soirée en soirée sin descanso.
Alquilan una casa en el campo y Armand y Marguerite se retiran a vivir allí, donde no estén en boca de todos, y sobretodo donde no les atraviesen las miradas de reproche del duque, el anciano protector de Marguerite. Durante unos meses disfrutan de una felicidad prestada, con fecha de caducidad. El padre de Armand se presenta de improviso y provoca la ruptura. Armand se resiste e incluso llega a creer que ha convencido a su padre de que no piensa cambiar de forma de vida, pero lo que no sabe es que éste se ha entrevistado con Marguerite y, aunque impresionado en lo más profundo por su candidez y su belleza a pesar de la enfermedad, tiene muy claro su objetivo: ella debe hacer el sacrificio supremo para no manchar el buen nombre de la familia de Armand. Y lo hace. Vuelve a su vida anterior y su salud se deteriora más que nunca. Al mismo tiempo, el malentendido imperante en este género de novelas lleva a Armand, creyendo de veras que ella le ha abandonado de motu propio, a tomar otra amante con el propósito de hacerla sufrir, cuando en realidad se estaba haciendo daño a sí mismo.



Voy a detenerme aquí. El final de la historia es conocido de todos, así que no tengo por qué ponerlo por escrito. Es también cultura general que Verdi se inspiró en esta obra para su magnífica ópera La Traviata.
En definitiva, lo que pretendía expresar, que como siempre, me voy por las ramas, es cómo estas historias, que se podrían resumir en dos líneas, y de las que hay múltiples variantes, todavía hoy nos siguen conmocionando hasta el punto de volverse universales. Desde un punto de vista objetivo, todos tienen lo que se merecen: Armand, por desoír los consejos de su padre y no dedicarse a la carrera de leyes, en vez de frecuentar el mundo de la Ópera Comique y las Variétés; Marguerite, tísica por culpa de su vida disoluta y casquivana. Y sin embargo, perdonamos a Armand, que entrega a Marguerite su corazón entero sin ambages, totalmente cegado de amor por ella, y somos condescendientes con Marguerite, porque por una vez no representa un papel, sino que se permite experimentar sentimientos peligrosamente verdaderos. A pesar de la honestidad de uno y la redención de la otra, la sociedad no acepta desafíos de ese tipo, y menos la alta burguesía que representa el padre de Armand. Se puede tener una amante, puede ser un secreto a voces, pero vivir en abierto concubinato con ella se sale de las reglas del juego.

Moulin Rouge, Papá Goriot...ejemplos de variantes de una misma historia de fondo. Una historia universal porque, al fin y al cabo, las miserias humanas no cambian con el paso del tiempo.