jueves, 18 de diciembre de 2008

Soirée hispana

Ayer por la noche fuimos a cenar a casa de Gabrielle, amiga de Sophie que conocimos precisamente cenando en casa de ésta el domingo pasado. Formamos un grupo curioso: tres españoles, una venezolana llamada Valentina, Gabi y su compañero de piso Valentine y otra amiga de Gabi llamada Marina. Y todos teníamos algo que ver con el español: nosotros tres y Valentina, por razones evidentes; Gabi habla español y estuvo colaborando en Nicaragua como voluntaria en una escuela; Marina viajó durante cuatro meses seguidos por América del Sur, y entiende aunque no habla del todo el español; y la novia de Valentine, el "colloc" de Gabi, es profesora de español en Asturias.







Gabi es bretona, aunque yo cuando la vi por primera vez hubiera jurado que era escocesa (pelirroja y con pequitas). Nos preparó la cena a base de fajitas mejicanas y de postre las minitrufas - receta de su madre- que ya probamos en casa de Sophie y que a Paola y a mí nos encantaron. Los que me conocen saben que nada me pierde más que el chocolate.

En suma, pasamos una velada de lo más entretenida, hablando medio en español medio en francés y riéndonos, sobretodo cuando nos confesábamos cómo vemos los españoles a los franceses y viceversa. Y es que algunos clichés se confirman, como el de las mujeres francesas que van en bicicleta, el gorrito con la flor encasquetado en la cabeza y una falda larga. Otros clichés persisten aunque la realidad haya cambiado un poco: el francés bigotudo con la baguette bajo un brazo y Le Figaro bajo el otro. Ellos, por su parte, tienen la imagen de la mujer española como una madre de familia con el delantal puesto y siempre entre calderos ( lo cual nos hizo reir aunque no deja de ser bastante triste que nos vean así); en cambio, la imagen del hombre que nos dieron es más parecida a la del italiano, aunque no tenían muy claro cómo expresarlo, sólo repetían la palabra "macho". En fin, creo que es hora de que España renueve su imagen....

A la vuelta de las vacaciones hemos prometido celebrar la próxima soirée hispana "chez nous".

Les Miserasmus: Especial Navidad


¡Estamos a las puertas de la Navidad! Aunque todavía no estoy del todo concienciada, hasta que no llegue a mi propia casa y la vea toda decorada por mi madre, (el árbol, los centro de mesa, el pequeño Belén y las figuritas de los Reyes Magos), y mi hermano nos ponga el repertorio de villancicos desde por la mañana, no sentiré de verdad que estamos en la época de los turrones y las reuniones en familia. Por lo pronto, el Sapin de Nöel que han puesto los vecinos de nuestro edificio contribuye a aclimatarnos.




París está también decorada de algo que a veces se reconoce como navideño, y otras es una especie de iluminación galáctica que parece estar comunicándose con Marte. Un ejemplo de escaparate de Navidad de toda la vida es el de esta tienda en Saint-Germain y esta otra de Saint- Honoré, o la de la fachada del centro comercial del Hôtel de Ville:









Y sin embargo, las luces azules intermitentes con las que Delanöe ha cubierto el techo del Ayuntamiento y que se distinguen desde Los Inválidos son, desde luego, bastante curiosas, o la decoración de la Place de la Vendôme, con la imitación de lámparas de brillantes acorde con el lujo de las tiendas que la rodean. Siento que la foto se vea tan oscura:





En la Place de la Concorde han montado (hace semanas ya) una noria que iluminada de blanco se ve también desde las dos riberas del Sena.
La verdad es que hay poco ambiente navideño en nuestra casa, lo único quizás sea el calendario de bombones para ir abriendo cada día del mes de diciembre que puso Alejandro encima de la chimenea. Pero eso es todo. Supongo que para ninguno de los tres existe Navidad fuera de nuestros propios hogares.
Y para terminar, les pongo el link de uno de mis villancicos preferidos, cantado por los tres tenores: Adeste fideles

lunes, 15 de diciembre de 2008

Alejandro nos ha abandonado

Aunque parezca mentira, la habitación de Alejandro ya está terminada. Anoche durmió en ella por primera vez. De pronto, el domitorio que compartimos Paola y yo parece enorme. Y es que después de tanto tiempo de estar los tres en la misma habitación,- Paola y yo en la grande, Ale en la suya- hablando hasta las tantas de la madrugada, saltando en la cama ante la presencia de ratones imaginarios, o contándonos cuentos de los hermanos Grimm, e incluso cantando a veces, el cambio de situación no deja de ser bastante radical. Y sin embargo, así son las cosas, los dos obreros polacos han terminado su tarea (que por cierto ya se eternizaba, trabajaban dos días a la semana, sospechamos que es porque Annick los tiene pluriempleados en varios pisos) y Alejandro se ha divorciado de nosotras. Qué se la va a hacer, ya ni los ratones nos quieren, hace tiempo que no se les oye....

El galop d'essai

El sábado hicimos el temible galop d'essai que nos habían anunciado hace un mes, y del cual nuestros propios compañeros franceses nos decían: " Es horrible hasta para nosotros", supongo que intentando animarnos con toda su buena fe, pero consiguiendo el efecto totalmente contrario. Aún cuando resultara comprensible que les asustara a muchos de ellos, que no han estudiado derecho hasta ahora, porque vienen de la École de Commerce o de cualesquiera otros estudios de primer ciclo, y que por tanto nosotros jugáramos con la ventaja de que la materia nos es más que familiar (no en vano el Derecho Administrativo español está inspirado en gran medida en el francés, y no en vano tuvimos dos profesores de administrativo en Icade muy exigentes), ello no era obstáculo para que estuviéramos bastante asustados. Cuando supimos que se trataba de una disertación de cinco horas (de 13.30 a 18.30 del sábado, hay que ser retorcido), sobre un tema a elegir entre dos propuestas, se nos cayó el mundo encima. Aunque suene un poco infantil....¡se suponía que no teníamos que estudiar hasta febrero! ¿Entonces a qué venía esto? ¿Que sentido tiene un exámen de tres cuartas partes de la materia? Después lo fuimos comprendiendo. El galop d'essai suma 3 puntos de la nota que tienen que ponernos los profesores de la conférence de méthodes, es decir, de las clases prácticas en la que todos los que vamos a las conferencias de Yann Aguila nos dividimos y presentamos los trabajos de grupo y las exposés individuales. Son clases que sirven para resolver dudas y profundizar en algunos aspectos que se han tratado en la clase magistral. Estas conférence de méthodes las imparten dos profesores que se alternan cada semana, y que como digo, han de ponernos dos tercios de la nota final; el otro tercio es la del exámen de febrero. En resumidas cuentas, la disertación a la que tanto temíamos sólo cuenta un sexto del total. Y sin embargo, nos mantuvo durante toda la semana pasada sumidos en un estado de inquietud, a la vez que de hastío y pocas ganas de estudiar, mezclado con momentos de autoconfianza al comprobar que "la materia no era para tanto". Esta semana pasada no hemos hecho apenas otra cosa que estudiar para el galop. Y tratábamos de animarnos contándonos que " ¿A que no saben? He visto en la biblioteca a dos compañeros de clase que estaban diciendo que estaban muy ocupados con exposés está semana y que el galop se lo mirarían el viernes". "Ah, bueeeeno, entonces es que la gente no se lo toma tan en serio". Y así adquirimos el convencimiento de que era una prueba más, sobretodo porque nosotros hemos tenido muchas horas del día para estudiárnoslo a fondo, pero los franceses que tienen once asignaturas y miles de horas de clase a la semana no se lo han podido permitir. De todas formas, no pecamos de confiados. Lo bueno de estudiar juntos fue que pudimos compartir apuntes, contarnos las sentencias más importantes del Consejo de Estado y del Consejo Constitucional mientras pelábamos la cebolla y tratábamos de entender conceptos que no teníamos claros. Al final, nos llegamos a aprender los nombres de las sentencias por mucho que dijéramos que no lo haríamos, como el arrêt Arrighi y la teoría de la ley pantalla, o el dichoso arrêt Arcelor y su incomprensible interpretación del derecho comunitario, o el arrêt Dame Veuve Trompier Gravier y el derecho de defensa. Finalmente, llegó el sábado. Descendimos al anfitatro Emile Boutmy del edificio principal de Sciences Po, diccionario en mano y con aire de "alea jacta est". Tuvimos que luchar un poco por nuestro derecho a utilizar el diccionario, pero al final nos lo permitieron. Cuando nos entregaron el papel con los temas a elegir que cada profesor había puesto, nos invadió una sensación de inmenso alivio: Alejandro y yo teníamos "La jerarquía de normas en la V República", un tema tan amplio que daba mucho juego y que además llevábamos bastante controlado; Paola, por su parte, también se puso a escribir con una expresión brillante en la cara: "El principio de legalidad", precisamente el tema de su exposé de la semana pasada. Alejandro y yo nos dijimos a la salida: qué bien se han portado Jerôme y Pierre, nuestros profesores. Al final, los tres agotamos el tiempo que teníamos escribiendo sin parar, algo que hace una semana nos parecía impensable. Y cómo era de esperar, Paola y yo fuimos a celebrarlo con un café y un crêpe nutella. Este fin de semana ha sido de descanso absoluto y de relaciones sociales. Bueno, y de limpieza doméstica también, que ya tocaba.

Viennoiserie

Hace tiempo que lo veo claro. Si lo del derecho no funciona, me haré panadera. Pero no de cualquier tipo, qué va, sino de los artisans boulangers de París. Ya no es sólo el hecho de que en nuestra mesa nunca falte la baguette de rigor, - la cual suele desaparecer durante la fase de preparación del almuerzo, acompañada de queso de cabra o brie- sino que, en lo que a mí respecta, tengo que confesar que he sucumbido sin remedio a la boulangerie francesa. Todo, hasta la pieza de bollería más simple como es el pain au chocolat, está delicioso. Hay tardes que al salir de clase la idea de tomar una taza de café -salido de nuestra cafetera, humeante, azucarado- con alguno de estos bollos, se hace irresistible. Así que sin dudarlo, voy a la panadería y elijo algo nuevo, que no haya probado antes. Si uno observa atentamente, se pueda dar cuenta de que la variedad de bollería no es tan grande; el truco está en la combinación de formas con el añadido, ya sea de las pepitas de chocolate, ya sea de las uvas pasas. Así, nos encontramos con las caracolas (escargot aux raisins, escargot aux pepites de chocolat), con las brioche cramique, las suisse longue aux raisins. La manzana también es también un elemento recurrente: así tenemos los chaussons aux pommes, la anglaise aux pommes, y la grillé aux pommes. El croissant de toda la vida, a su lado, me parece de lo más aburrido.



Estás son algunas fotos, para que se les haga la boca agua. ´

















Y si a todo ello le añadimos los crêpes de nutella (espolvoreados con ralladura de coco en mi caso)que tenemos por costumbre regalarnos, desde aquélla primera noche en París, cada vez que cumplimos un objetivo - cuando encontramos piso, cuando conseguimos cumplir los trámites burocráticos del Erasmus y de la beca de la CAF que nos da el gobierno, cuando hicimos el exámen el sábado pasado-, cuando recibimos visitas - Pablo, o Jaime e Isa- o simplemente cuando nos apetece, es raro que todavía me suba la cremallera de los pantalones. Tiempo habrá para ponerse a dieta....

martes, 2 de diciembre de 2008

Más maravillas de la Ile de la Cité

La Sainte-Chapelle, dentro del edificio del Palacio de Justicia que he descrito en otra entrada, es otra maravilla del gótico que uno no se puede perder. Nunca había visto nada que se le parezca. La planta es muy sencilla ,de tipo basilical y con un sólo ábside en semicírculo. Las agujas de las torres están muy recargadas, como es típico del gótico, pero lo que realmente sobrecoge es el interior. Estas fotos son de la capilla baja. Me sorprendió el colorido de los ábsides y de la bóveda, y la penumbra reinante, supongo que debido al color de las paredes, en azul y rojo oscuro. Atención al detalle de las arquerías ciegas, en dorado, con esas finas columnas policromadas. Detrás de cada arquería hay un medallón que representa a cada uno de los doce apóstoles, con piedas preciosas en el borde, como se ve en la primera foto. Y atención también a diseño de las columnas, unas en azul con la flor de lis de los Borbones, alternando con las columnas en rojo con el motivo del castillo, porque la madre del rey Luis IX era una española, Blanca de Castilla.







Pero las maravillas no acaban aquí. Hay que subir a la capilla de la planta alta para quedarse sin aliento con las increíbles vidrieras que no tienen nada que envidiarle a las de Notre Dame ni a las de ninguna otra basílica gótica que haya visitado. ¿A que se nota que soy una apasionada de las vidrieras? Aunque mi técnica fotográfica deje mucho que desear...