domingo, 11 de enero de 2009

Clase en el Musée d' Orsay

Esta clase estaba prevista desde hace bastante tiempo, pero por algún motivo u otro siempre se retrasaba. Al final hemos aprovechado el último fin de semana que nos venía bien a todos antes de la llegada de los exámenes.
Nos encontramos en la entrada del Musée d' Orsay, donde se compran las entradas para grupos. Madame Himber, tan sonriente como siempre, aunque esta vez vestida de manera más casual, con pantalón de pana y botas sin tacón, hacía el recuento de los que iban llegando. Cuando parecía que ya nadie más iba a presentarse, pasadas las dos y media, la seguimos al interior del museo.Nos repartieron unos auriculares a cada uno y a ella un micrófono para que pudiéramos oir sus explicaciones sin que ningún otro visitante se pegara al grupo y se beneficiara de un guía gratis.
Empezamos la visita por Ingres y Delacroix y continuamos con Couture. El clasicismo y el realismo. A la primera pregunta que nos formuló Madame Himber ninguno de nosotros se atrevía a responder, y cuál fue nuestra sorpresa cuando un mico rubio de cinco años se adelantó y levantó el dedo índice lo más alto que pudo. "Oui?", dijo Madame Himber agachándose un poco. Y el niño supo responder, para humillación de todos nosotros. Pero eso no es todo, enseguida descubrimos que ese niño era su hijo, que estaba en el grupo con su hermana de siete años y su padre. Madame Himber se había traído de visita cultural a toda la familia.
Continuamos con Manet y el impresionismo. La serie de desayunos campestres que como podéis ver me han llevado a cambiar la imagen del blog. Nos detuvimos delante de la cortesana Olympia que posa desnuda con las zapatillas puestas. En la misma sala, el retrato de Zola como una muda manifestación contra la fotografía que acababa de ser inventada. "Soy perfectamente capaz de retratar el cuerpo humano", parecen decir estos artistas, " pero no es mi intención hacer una fotografía, sino representar la realidad tal como yo la veo".
A continuación subimos a la planta donde están Degas, Monet y Renoir. La mayoría de las obras las hemos comentado en clase y ahora, delante de ellas, todos esos recuerdos nos venían a la mente. Agniezska y Magdalena sacaban fotos hasta de las leyendas a un lado de cada cuadro. Mareike, Agnes y Una tomaban notas en sus cuadernos sin perder un detalle. Andreas, el noruego silencioso, se dejaba llevar de una sala a otra con un aire melancólico. Andrew, el americano, hacía preguntas y resaltaba detalles que sólo se le ocurrirían a él, pero que a estas alturas no nos sorprendían, desde aquélla vez que quiso saber dónde podía encontrar en Paris a los "burgeoises", una clase de la que parecía haber oído hablar por primera vez. Cristina, la alemana, tan encantadora como siempre, respondía a las preguntas de madame Himber como una estudiante aplicada.
Los rayadores de parquet, la Siesta de Van Gogh, Las bailarinas de Dégas y las de Toulouse Lautrec, son todo obras que no me canso de contemplar. Para la mayoría de nosotros era la tercera o la cuarta vez que veíamos esos cuadros, no en vano el Musée d' Orsay es un lugar de visita turística obligatoria cuando vienen tus padres o tus amigos a Paris. Y sin embargo, nunca la había disfrutado tanto como ayer.
Las fotos están en este link, son las qué sacó Angela con su cámara.
http://picasaweb.google.com/angela.tacea/MuseeDOrsay#

1 comentario:

Maria Luisa dijo...

Mary al ver las fotos en el link me ha recordado nuestra visita el primer día que llegamos a París. Hay que puntualizar que no solo las obras de arte del Orsay son de visita inexcusable sino que la propia estación convertida en museo es digna de admirar entera. Nos la recorrimos de abajo a arriba, la pena que ya no nos dió tiempo de ver las salas de Toulouse Lautrec, pero la realidad es que es necesario ir repetidas veces para poder disfrutralo bien y deleitarse a gusto.