Hace dos semanas visité el Palacio de Justicia, también llamado La Conciergerie. Aquel desde cuya ventana Frollo desahoga su pasión por Esmeralda mirando hacia Notre Dame.
Fue construido por orden de Clodoveo, primer rey de los Francos, para tener su residencia personal en la isla de la Cité. Cinco siglos después, con la dinastía de los Capetos, fue destinado a albergar el consejo y la administración real. San Luis quiso hacer del palacio un prestigioso símbolo del poder real y continuó reformándolo. Con Felipe IV el Hermoso fue la sede del Parlamento de París. A finales del siglo XIV, Carlos V destinó el edificio a Palacio de Justicia y Prisión; fue entonces cuando se le empezó a llamar Conciergerie, por el intendente o "concierge" que colocó allí encargado de la administración y el control de los presos. Con la Revolución Francesa, el Tribunal Revolucionario se instaló en el palacio y le sacó todavía más partido como prisión, porque con Robespierre el número de encarcelados (sospechosos y condenados, todos en el mismo saco) aumentó como nunca.
Las partes inferiores son de las pocas que se pueden visitar. La Sala de las Gentes de Armas es una inmensa sala de puro estilo gótico, con cuatro naves con bóvedas ojivales. El Pabellón de las Cocinas está en un lugar estratégico, a un costado del edificio dando al Sena, dado que los víveres llegaban por vía fluvial.
En el piso superior pude visitar las Salas Revolucionarias. Por el corredor de los prisioneros se accede a las celdas. Podemos clasificarlos como se hace hoy en día con los hoteles: La celda de dos estrellas servía para encarcelar a cuatro o cinco presos que dormían sobre el suelo de paja. Unos botijos descascarillados que de vez en cuando tendrían agua y un orinal eran todo el mobiliario. La celda de tres estrella tenía dos camas y una silla en medio sobre la que se ponía la vajilla con unos cuantos mendrugos negros de pan, pero al menos se podía dormir en posición horizontal. Finalmente, la celda de cuatro estrellas era individual, con un escritorio y lo que en la época se llamaba "recado" de escribir. Lógicamente, estaba destinada a personajes más importantes, políticos o intelectuales, que tenían "derecho" a una mayor intimidad. Se preguntarán cual era la celda de cinco estrellas. Pues nada menos que la de María Antonieta, ésa era la más completa, si bien seguía siendo austera: una cama de tamaño "regio", un reclinatorio, una silla-orinal de madera, (siempre mejor que un cacharro de hojalata en el suelo), un escritorio y un cuadro de la Virgen colgado de la pared. En esta suite pasó 76 días, eso sí, vigilada día y noche por dos centinelas, hasta que la hicieron pasar por la guillotina. La celda que ví no es más que una reconstrucción, la auténtica estuvo donde ahora hay una capilla conmemorativa.
En la Capilla de los Girondinos me encontré con una sorpresa. Se trata del oratorio en el que los 21 diputados girondinos celebraron un último banquete antes de ser ejecutados en 1793. En la pared había un cuadro de algunos de los prisioneros que estuvieron hacinados esperando la muerte, y en el centro del cuadro, sentado sobre una silla con aire pensativo, André Chénier. Cuando vi la ópera la temporada pasada en Las Palmas, no tenía ni idea de que fuera un personaje histórico.
Y esta fue mi visita al Palacio de Justicia. Aprendí mucho más ese día sobre el Tribunal Revolucionario y la época del Terror; lo pondría aquí por escrito pero la idea no es que este blog sea una enciclopedia, sino que refleje aquéllo que más me haya impresionado, así que quien se haya quedado con ganas de saber más, le recomiendo la Larousse ;).
3 comentarios:
Cuanto impresionan estos lugares que nos trasladan a tantas situaciones increibles de la historia y aunque muchas celdas de las que viste sean una reproducción no dejan de impactar y se ponen los pelos de punta. Y así se escribió la historia....
Sí Mary, André Chenier ( la ópera es Andrea Chenier, de Giordano ) era además de poeta y literato,defensor a ultranza del rey Luis XVI ( el mío), estuvo preso en San Lázaro y Robespierre lo mandó ejecutar y unos días después guillotinaron a Robespierre y ya sabes que ahí acabó la época del Terror. No sé si recordarás que en la ópera la orquesta interpretó un trozo de la Marsellesa muy sugestivamente....
Sí, es verdad lo de la Marsellesa, ahora me acuerdo. Allons enfants de la Patrie...!! jeje. Por cierto, tu San Luis es Luis IX creo... Es el que mandó construir la Sainte- Chapelle, que va a ser mi próxima entrada del blog.
Tienes toda la razón, Luis IX del siglo XIII, ¡¡ Qué lapsus!!
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