jueves, 2 de octubre de 2008

L'arrivée

Mes chers compatriots,





como suele decir mi abuela, esto ha sido una odisea. Ahora que me encuentro con mis compañeros "miserasmus" aprovechándonos del wifi de un Mc Donald's, creando este blog, seguros al saber que ya tenemos un techo para los próximos cinco meses, se me hacen lejanos los dos primeros días en París. LLegamos el domingo por la noche, pletóricos; después de dejar las maletas en el Hotel des Alliés, dimos un paseo nocturno por Notre Dame. Tomamos nuestro primer crêpe de nutella, que nos ayudó a entrar en calor, mientras charlábamos animadamente y hacíamos planes sobre uno de los puentes que cruzan del Sena. El lunes en cambio, el panorama cambió completamente. Compramos el "Particulier á particulier" y empezamos a llamar a los pisos que nos interesaban. No les suscitábamos demasiada confianza. Fuimos incluso a una inmobiliaria (cosa que queríamos evitar para ahorrarnos los honorarios) y nos dijeron que no tenían nada para nosotros, es más, que lo que pedíamos a estas alturas y por sólo cinco meses era muy difícil de conseguir. Volvimos al hotel por la noche en medio de un grave silencio, y esa noche caímos en la cama agotados y con el ánimo por los suelos. Pero he aquí que el martes llegó nuestro golpe de suerte. Llamamos a una canaria nacionalizada francesa cuya prima es compañera de clases de alemán de la madre de Alejandro, y que tiene una amiga en París que tiene una inmobiliaria. Sí, es complicado de entender así que más vale que lo lean de nuevo. El caso es que nos dirigimos al 3 de rue des Pyramides, el edificio en el que se encuentran tanto la inmobiliaria como el piso en el que ahora vivimos. Así conocimos a Annick, una francesa de unos cincuenta y ocho años enamorada de Canarias y de su perrita Annoushky (de la cual por cierto Paola y yo tenemos un cuadro en nuestro dormitorio). Annick nos enseñó su piso y digamos que fue un flechazo. Enseguida supimos que teníamos que vivir allí. Era perfecto. Bueno, casi, la habitación de Alejandro necesita un repaso, de hecho él está durmiendo por ahora en el sofá cama, pero tan a gusto, y si no pregúntenle, jeje. En principio los obreros vienen a mitad de octubre a arreglas el techo y el suelo, así que entretanto tiene que dormir en el salón. La descripción de la casa la dejaré para otro día, para cuando pueda añadir fotos. Por ahora sólo diré que estamos en frente del Louvre y del Jardín de las Tullerías y que para ir a Sciences Po sólo tenemos que cruzar el Sena y andar unos diez minutos. Cuando nos vimos firmando el contrato al día siguiente, no podíamos creerlo. ¡Habíamos encontrado donde vivir al segundo día! Es cierto que no pudimos trasladarnos hasta el jueves y que llevar las maletas y el piano de Paola (véase lavalsemilletemps.blogspot.com) se nos hizo interminable. La rue Bethollet se nos hizo al final de lo más antipática. No obstante, ahora que miro hacia atrás, me acuerdo del dueño de la tienda de café que nos vio con las narices metidas en el mapa la primera mañana y se ofreció a ayudarnos, sin que le dijéramos nada; nos metió en su tienda y consultó su propio callejero de París. Me acuerdo también de nuestras conversaciones y las risas nocturnas en la habitación del Hotel des Alliés, de los paninis à quatre fromages que nos servían de almuerzo, de la cara de sorpresa de nuestros compañeros de clase cuando nos presentábamos y decíamos que ya habíamos terminado la carrera de Derecho (nous sommes déjà avocats) ya que el 80% es la primera vez que lo estudian. También me acuerdo de las operaciones matemáticas que hacíamos entre los tres para ver cómo podíamos pagar a Annick teniendo en cuenta que en BBVA de nuestra calle nos ha tratado como si fueramos auténticos extranjeros y apenas nos han dado facilidades para sacar dinero de nuestras cuentas. Y de las noches consumiendo un helado en el Mc Donald's o un café de 3'70 euros en el Starbucks sólo para conectarnos a Internet. Lo único que se me ocurre pensar es: qué buena estrella tenemos.

3 comentarios:

Matisse dijo...

¡Qué siga la buena estrella!
Me alegro de vuestra suerte, que no es poca.
Disfrutad de París y su encanto, y si pasáis por el Louvre, dadle un abrazo a la Victoria de Samotracia de mi parte.

Besos, I love u,

El Comediante

Maria Luisa dijo...

A los tres jinetes del Apocalipsis, como Paola les llama, les deseo lo mejor de estos meses en París, que disfruten el día a día pues lo recordarán toda la vida.
Estoy deseando ver las fotos del piso, bueno y que queda pendiente una cena eeehh?
Un beso fuerte ( de esos de los de aeropuerto....)

Jesant dijo...

Qué buena idea esto de los blogs! Entre leeros a Paola y a ti, no voy a tener tiempo de mucho más. Me alegra muchísimo que ya estéis situados, y con tiempo de estudiar.. jajaja. Un fortísimo abrazo mary.